Es claro que a diario las organizaciones deben enfrentar una serie de desafíos -como pagos a proveedores, falta de liquidez, préstamos bancarios, entre otros- para buscar el mejor camino para lograr los objetivos trazados estratégicamente por la alta gerencia o propietario.
Lo importante es saber discriminar qué decisiones son de nivel funcional -es decir de las áreas o departamentos que componen la empresa- y cuales son a nivel corporativo -decisiones que deben ser analizadas a nivel de gerencia general-. Hay compañías en donde no se logra tal diferencia y junto a eso se fomenta la entropía entre los diferentes colaboradores. El desorden se refleja en el mal uso del tiempo de los altos cargos y una dependencia excesiva de los niveles medios a la línea gerencial.
Decisiones estratégicas se denomina a todas aquellas medidas que influyen directamente en el futuro de la organización como por ejemplo: alternativas de expansión o creación de nuevas sucursales; reducción de personal; optimización de los procesos productivos; reestructuración de la empresa; entre otros. Cada una de estas decisiones debe ser analizada desde diferentes perspectivas para estar bien informado de cada una de las ventajas o desventajas de realizar los planes. Siempre debemos pensar en el costo/oportunidad, que en el caso de no realizar una acción hay un costo asociado en que la competencia si la realicé y consiga una ventaja sobre mi organización.
1. Evaluación económica: Lo primero que se considera ante cualquier decisión es el valor económico en términos de pérdidas o utilidades. Mientras mayor sea el beneficio, más probable de realizar las medidas estudiadas. A pesar de que es lo que llama la atención en un comienzo, es claro que no es lo único que importa.
2. Evaluación de riesgo/impacto: Pensando en el costo/oportunidad es necesario pensar en el riesgo que existe de desarrollar la decisión ya que todas las inversiones tienen una probabilidad de fracaso -a veces se puede reducir pero no eliminar en un 100%-. Asimismo es bueno pensar en el impacto que generará, ya que si es algo innovador podrá generar una tendencia positiva que beneficia la imagen de la empresa con los clientes, proveedores y la comunidad.
3. Estudio de mercado: Las decisiones se toman pensando en la cantidad de clientes o posibles consumidores existentes en el mercado, por eso es importante considerar todas las variables que permitan proyectar y disminuir los riesgos. En este estudio es necesario además pensar en los proveedores y la competencia existente.
4. Análisis de pro y contra: La competencia tiene un rol fundamental para identificar las tendencias del mercado. Cuando mi empresa es seguidora -o no lidera el mercado- debo fijarme en las otras empresas como benchmarking y visualizar en qué mejorar. De lo contrario, si soy líder de la competencia, debo pensar en la Innovación y Desarrollo como herramienta para tomar las decisiones estratégicas.
5. Historia del emprendedor: Cuando los análisis previos entregan resultados imparciales, debemos considerar que el emprendedor, dueño o propietario tomará las riendas y por ende definirá la decisión. La historia del mismo es un factor clave ya que su experiencia le entrega las herramientas para tomar sin ataduras un riesgo más alto -o bajo- en sus recomendaciones.
Como ya lo revisaremos en las siguientes publicaciones, las características del emprendedor se reflejan en cada uno de los elementos que componen la empresa: es decir en las decisiones, pero además en los valores, filosofía, estilos de liderazgo e incluso en los niveles de motivación, ambiente laboral y la forma en que abordan los desafíos...